samedi 15 novembre 2008

No puedo llorar

Hace muchos años que no duermo ni lloro con la naturalidad y la facilidad con que solía hacerlo, y echo de menos el alivio posterior que hace ver el mundo como recién lavado.
Y no es que me falten razones para llorar o ganas de dormir como un lirón, es más como si una parte del cerebro que debiera apagarse para dejarse ir en el sueño o en el llanto permaneciera encendida y controlando todos y cada uno de los caminos hacia el exterior.
Se necesita algún egoísmo para encerrarse en sí y alcanzar la paz interior por estos medios tan preciados.
En estos tiempos ni las instrucciones de Cortázar me ayudan.


INSTRUCCIONES PARA LLORAR

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insultea la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.
Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia dentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

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