
Entiendo que como seres humanos nos relacionamos con el mundo a partir de representaciones imaginarias. No conocemos todo, no podemos conocer a todos -y se dice que nunca acabas de conocer a alguien-, pero definitivamente estamos capacitados para sentir al respecto de cualquier cosa. Ya sea un objeto animado o inanimado, un lugar, un recuerdo, una idea, o una sensación, tenemos un sentimiento asociado que puede ser constante durante cierto tiempo o variable.
Los sentimientos nos relacionan con lo que está fuera de nosotros, pero también con nosotros mismos. Tenemos sentimientos sobre nuestras propias acciones e incluso, tras una reflexión, podemos identificar el sentimiento que nos provoca tener cierto sentimiento.
De este modo podemos sentir rabia por haber sentido miedo, impotencia, cobardía. O vergüenza por haber sentido pasión, respeto, admiración, dolor.
De este modo podemos sentir rabia por haber sentido miedo, impotencia, cobardía. O vergüenza por haber sentido pasión, respeto, admiración, dolor.
Es como si los sentimientos fueran hilos invisibles y dinámicos que nos relacionan (en el sentido de atar y en el sentido de unir) con todo lo que existe y nos van dando forma tangible e intangible. Nos construyen de manera fundamental, que no única. Y nos ayudan a construir la idea de nosotros mismos.
Me sorprende que, siendo tan prolíficos en sentimientos, los seres humanos:
Me sorprende que, siendo tan prolíficos en sentimientos, los seres humanos:
- no contemos con suficientes palabras para designarlos (Y. tienes razón: nunca es suficiente) y
- pasemos por alto la importancia que tiene aprender a reconocerlos, saber nombrarlos y hablar sobre ellos.
Es muy ingenuo suponer que del simple e inevitable ejercicio de exponernos a la socialización va a resultar una formación sentimental respetable.
O tal vez no es para tanto y lo que pasa es que, como Sylvia Plath: "soy una víctima de la introspección".
La imagen es de Cal MacKinnon en http://www.capegallery.com.au/preciousoceanO tal vez no es para tanto y lo que pasa es que, como Sylvia Plath: "soy una víctima de la introspección".
